MONTAÑA RUSA EMOCIONAL

Como todos sabemos, el pasado mes de marzo se producía en España, una situación sin precedentes. Una amenaza desconocida llamada COVID-19, paralizaba nuestra rutina de una forma nunca antes conocida. Comercios cerrados, clases suspendidas, sanidad desbordada, prohibición generalizada para salir a la calle sin justificación, etc.

Desde el primer día, todos hemos sido testigos de cómo las redes sociales se han llenado de información sobre pautas a seguir para poder sobrellevar mejor la situación de confinamiento y evitar al máximo los perjuicios que ésta pudiese generar, tanto a nivel físico cómo psicológico.

“Debes mantenerte activo y hacer mínimo 30 minutos de deporte al día”, “Debes tener un pensamiento positivo”, “Debes mantener una rutina diaria”, “Debes seguir pautas de higiene de sueño”, “Debes procurar mantenerte en contacto con tus seres queridos”, “Debes, debes…” etc.

Sin duda, estas pautas son totalmente recomendables y seguirlas aumenta la probabilidad de aumentar el bienestar general, pero, ¿Qué pasa cuándo siento que no soy capaz de llevar a cabo todas esas recomendaciones? ¿Lo estaré haciendo mal? ¿Estaré poniendo en riesgo mi salud si no lo hago cómo los demás? Ante esas preguntas, es muy probable que a la situación que vivimos, añadamos un visitante poco deseado, el sentimiento de CULPA.

El post de hoy está dirigido a las personas que os sentís culpables porque no tenéis ganas de hacer nada, porque hay días que estáis bien y otros que no, porque antes devorabais libros y ahora no conseguís leer más de dos párrafos seguidos, también está dirigido a aquellos que pese a que os gusta cuidaros, ahora no conseguís reunir fuerzas ni para poneros las zapatillas de deporte o que aunque valoráis el contacto con vuestros familiares y amigos y disfrutáis de él en condiciones normales, ahora tembláis cada vez que veis en vuestro teléfono “videollamada entrante”.

Queremos trasladaros que, aunque hay diversas maneras de vivir esta situación y muchas de las recomendaciones que circulan por las redes son muy acertadas, no hay una manera “correcta” o “incorrecta” de vivir confinados. No existe. Debido a que es una situación única, diferente a todas las que hayamos vivido antes, todas las emociones y todas las formas de vivirla caben en ella.

Muchas personas, se apresuran a decirte cómo te tienes que sentir y a veces, caen en el error de invalidar profundamente tus emociones, pero tienes que saber que ahora toda emoción es válida. La preocupación, el miedo, la desesperación, la incertidumbre, la rabia, la tristeza, todas son emociones que se ajustan a lo que vivimos, al igual que también lo son la alegría, la tranquilidad, el alivio por no tener responsabilidades y la calma por tener más tiempo para relajarnos.

Tenemos ante nosotros un nuevo reto donde no encontramos un modelo de comportamiento donde agarrarnos, dónde no hay puntos de referencia. Hoy no queremos daros ninguna pauta, ninguna recomendación, sólo queremos que toméis conciencia de que todos, en algún momento experimentamos las emociones antes mencionadas y que ahora es normal vivirlas con más intensidad, ya que nos enfrentamos a una situación nueva.

Simplemente, PERMÍTETE sentirte como quieras sentirte, tómate tu tiempo y tu espacio para sentir tus emociones y recuerda, que todo lo que sientas es totalmente normal.

Acepta que cada uno de nosotros, nos conocemos mejor que nadie y sabemos lo que necesitamos en cada momento, por eso escoge las estrategias que mejor se ajusten a lo que necesitas en cada momento y deja la culpabilidad de lado.

SIN DUDA, LA MEJOR MANERA DE VIVIR TU CONFINAMIENTO ES LA TUYA.

CRISTINA PARRAGA SOL

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